Las guerras de Ucrania y Oriente Próximo pueden parecer conflictos aislados, pero existe un riesgo cierto de que acaben fusionándose. Es lo que opina el corresponsal de guerra, Javier Espinosa, que estos días ha visitado la Región para ofrecer su visión del papel del periodismo en los conflictos bélicos. Advierte que toda acción implica una reacción y que hay que estar preparados porque, en su opinión, nadie parece estar interesado en evitar un conflicto global.Oriente y Occidente, la eterna pugna por el control del mundo parece estar cerca de escribir un nuevo capítulo, aunque esta vez con distintos protagonistas. Está Rusia, que aunque lejos de su potencial histórico sigue siendo una potencia nuclear y parece dispuesta a reeditar lo que un día fue la URSS con la conquista de Ucrania.Occidente quiere evitarlo, pero tiene otros conflictos abiertos. Por ejemplo el que mantiene Israel con buena parte de sus vecinos de Oriente Próximo, entre ellos Irán, otra potencia dispuesta a entenderse con Rusia. Y, en medio de todos, está el gran gigante, China que reivindica su sitio en un mundo cada vez más globalizado y que no duda en alardear de potencial militar a cada oportunidad que puede. Se dan pues todos los ingredientes para que dos guerras separadas por casi 3.000 kilómetros, acaben fusionándose en un nuevo conflicto.El corresponsal de guerra, Javier Espinosa, reflexiona que «si nosotros estamos ayudando a una parte del conflicto, los adversarios buscarán un aliado con lo cual comienzan a confluir todos los elementos para que se convierta en un conflicto global».Como en todo conflicto, hay víctimas que con el tiempo acaban convirtiéndose en partes activas de nuevos enfrentamientos y así, la maquinaria bélica no para nunca. Es lo que ocurre por ejemplo en Israel, donde la política de sus gobiernos ha provocado que sea el lugar más inseguro del mundo para ser judío. «Israel se creó para ser un lugar seguro para los judíos y ahora es el lugar en el que más judíos mueren porque no han sabido otorgar justicia y reconocimiento a los palestinos», explica este profesional.Y en esta tesitura juegan un papel clave los periodistas como Javier Espinosa que, sin embargo, tiene una visión muy pesimista de la profesión, en parte por culpa de los propios profesionales y, en parte por la aparición de nuevas formas de informar a través de redes sociales. Una práctica, sobre la que Espinosa alerta: «hemos sido los periodistas los que hemos contribuido al deterioro de la profesión al convertirnos en altavoces del poder en lugar de ser un contrapoder».