GREGORIO LEÓNHasta media mañana no se supo si Carlos Alcaraz iba a poder presentarse a la cita de las ATP Finals. Lleva, según propia confesión, constipado desde hace varios días, con problemas respiratorios y afectación estomacal. Se retiró antes de tiempo en el último entrenamiento. Y las dudas eran más que razonables. Pero el tenista de El Palmar no ha permitido que el virus que ha limitado sus condiciones le venza. Con antibióticos, embadurnado de Vicks Vaporub, con un Andrey Rublev con el filo de un cuchillo, pero invicto. Así es el murciano. Un chico que desafía todas las lógicas, que rompe todos los pronósticos. Cuando menos se le esperaba, apareció su físico exuberante para que se mantenga vivo en el Inalpi Arena. No deja de asombrar al mundo. Nada en el juego de Alcaraz revelaba lo que su cuerpo sentía por dentro. Solo una cinta nasal para poder respirar mejor era el indicativo de que no estaba al cien por cien, que necesitaba ayuda. Pero su tenis rayó a un nivel altísimo en el primer set. Con la derecha funcionando a la perfección, sintiendo la bola, sumó dos ruptura de servicio para reducir al oponente. 6-3.Rublev se levantó en el segundo capítulo, firmando algunos juegos en blanco. Alcaraz no cambió la marcha. Se le veía disfrutar en la pista, interactuando con el público al conseguir un punto inverosímil, cuando el partido iba con un 2-1 a su favor. La igualdad se mantuvo, solo rota en el `tie-break', y muy al final. Un extraordinario desenlace, una montaña rusa de subidas y bajadas, donde el mayor talento de Alcaraz se impuso.